Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador

¿Harto de no entender al Ecuador? ¿Cansado de la irracionalidad, el caos, el folclor y los abusos? Ya no te tires de los cabellos. Nuestro lugar natal no es una república, no es una nación, no es un país. Es sólo un verde latifundio. ¿Ciudadano tú? No seas ingenuo. A lo máximo a lo que puedes aspirar es a ser un cumplidor capataz. Contigo, Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador, producto de un grupo de esclavos semianalfabetos que han decidido dar un paso hacia la libertad. ¡Únete!

jueves, marzo 08, 2007

Un horrible dilema
por Simón Espinosa Jalil

La tragedia política del Ecuador actual está en que las únicas opciones disponibles para la gente normal son los socialistas del siglo XXI o los mafiosos del siglo XX. O se está con los unos o se está con los otros.

Así, quien quiere un país con mayores oportunidades para todos y donde los grandes pillos no sean los referentes de la juventud, tiene que alinearse con quienes no sienten vergüenza de cantar en público odas al Che Guevara.

Y quien no quiere ir a la aventura de una Asamblea Constituyente de plenos poderes dominada por admiradores de Hugo Chávez, tiene que comer en la misma mesa con los lacayos de la cleptocracia que quiere seguir esquilmando al país.

¿Es que acaso en el Ecuador solo existen esos dos grupos? ¿Somos o románticos colectivistas o cínicos ladrones? ¿Fuera de la izquierda idealista no hay gente honrada que quiere un país mejor?

Si así fuera, no habría más que pegarse un tiro o emigrar.

Si ganan los cleptócratas, nos quedaríamos con el país que tenemos, donde la mejor avenida de progreso económico y prestigio social es el delito; si ganan los socialistas, tendríamos que experimentar, como tantos otros países, los terribles efectos de las mejores intenciones.

Es notable que en el Ecuador no exista ningún partido político que defienda y practique, a la vez, la libertad individual, la igualdad de oportunidades, la libre competencia, la limitación del poder y el respeto a la ley.

Quizás muy poca gente entre nosotros cree en esos principios: a la libertad la damos por sentada y no nos da de comer; confundimos igualdad de oportunidades con igualdad de resultados; interpretamos la libre competencia como 'capitalismo salvaje'; concebimos la limitación del poder como debilidad o ineficiencia; y consideramos que la ley está hecha solo para los pobres y los 'giles'.

Está claro que, en las actuales circunstancias, es imposible, moral y estéticamente, apoyar a la mayoría en el Congreso. ¿Qué nos queda entonces, aparte de cruzar los dedos para que un poco de cordura ilumine a los Asambleístas y su pleno poder?

1 Comments:

At 8:23 p. m., Blogger pakeins said...

Hay mucha gente moral, estoy conciente, pero como hacer para unirnos, como?

 

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