Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador

¿Harto de no entender al Ecuador? ¿Cansado de la irracionalidad, el caos, el folclor y los abusos? Ya no te tires de los cabellos. Nuestro lugar natal no es una república, no es una nación, no es un país. Es sólo un verde latifundio. ¿Ciudadano tú? No seas ingenuo. A lo máximo a lo que puedes aspirar es a ser un cumplidor capataz. Contigo, Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador, producto de un grupo de esclavos semianalfabetos que han decidido dar un paso hacia la libertad. ¡Únete!

miércoles, noviembre 08, 2006

Mendigos

por Simón Espinosa Jalil

¿Somos un pueblo de mendigos? Es una pregunta que cualquiera se puede preguntar al ver al nuevo patrón de la hacienda Álvaro Noboa conquistando con regalos a un millón y medio de ecuatorianos (en la primera vuelta, porque en la segunda van a ser más del doble).

Para apoyar el argumento, es fácil dar con miles de casos de personas con empleo que cobran el bono solidario o fingen ser discapacitados con el mismo propósito, para redondearse el sueldo; o hablar de la mendicidad en las calles, según dicen un gran negocio que emplea a familias enteras.

Se compara entonces al “pueblo ecuatoriano” con el “pueblo anglosajón”, para el que recibir regalos del Estado (como el seguro por desempleo o los cupones para comprar comida) es una humillación de la que se intenta salir tan pronto como sea posible. Nuestro pueblo, en cambio, se arremolina sin vergüenza alrededor del Mesías para recibir una camiseta que probablemente ni siquiera necesita.

Sin embargo, de ser cierto el argumento, es incompleto, pues ignora la mendicidad de la otra parte de la población. ¿No es igual de mendigo, por más dinero que tenga, quien recibe un monopolio o una zona franca por decreto? ¿No es igual conseguir como favor un contrato del Estado? ¿O no es lo mismo pedir que se anulen las deudas que no queremos pagar, aduciendo que son ilegítimas?

Entonces habría que decir que, efectivamente, somos unos mendigos, pero que ese calificativo se debe aplicar a toda nuestra población, desde el más rico hasta el más miserable.
Esta tesis se confirma con los discursos de los ganadores de la primera vuelta. Álvaro Noboa parece haberse ganado el corazón de los ecuatorianos porque ha “ayudado” y ha “curado” a miles de ecuatorianos, repartiendo plata, harina y medicinas. Rafael Correa ofrece en sus discursos hacer básicamente lo mismo, pero a través del poder del Estado.

Los dos están equivocados para quien cree que al ser humano le indigna aceptar regalos gratuitos y que, al contrario, lo que quisiera es tener los medios para no tener que recibirlos. Pero, francamente, ¿qué idiota puede creer en la dignidad del ser humano cuando ha vivido toda su vida en una hacienda medieval?

Por eso, de acuerdo con los resultados de las elecciones, los dos candidatos están en lo correcto. Así, la diferencia entre izquierda y derecha, en esta hacienda, se reduce a decidir quién nos da el regalo: si el patrón tradicional o el patrón moderno, el Estado.