Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador

¿Harto de no entender al Ecuador? ¿Cansado de la irracionalidad, el caos, el folclor y los abusos? Ya no te tires de los cabellos. Nuestro lugar natal no es una república, no es una nación, no es un país. Es sólo un verde latifundio. ¿Ciudadano tú? No seas ingenuo. A lo máximo a lo que puedes aspirar es a ser un cumplidor capataz. Contigo, Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador, producto de un grupo de esclavos semianalfabetos que han decidido dar un paso hacia la libertad. ¡Únete!

jueves, enero 18, 2007

Retraso generalizado
por Daniel Márquez Soares

Si nos fijamos en nuestras leyes, los ecuatorianos pareceríamos ser un pueblo muy digno y selectivo en lo que se refiere a hábitos de consumo. Por ejemplo, no permitimos la importación de autos usados para evitar convertirnos en chatarrería del mundo. Otro tanto sucede con los neumáticos y la ropa usada. Cuando hace unas dos décadas el presidente de turno se rehusó a permitir la construcción de botadero de desechos nucleares, se nos hinchó el pecho de orgullo.

Lastimosamente, cuando vemos un poco más allá, la evidencia apunta a que nos gustan las cosas viejas y los desperdicios de otros países. En materia de política somos, por ejemplo, un verdadero anticuario. Ningún extranjero sería capaz de creer, sin haber puesto un pie aquí, que en el Ecuador existen aún trotskistas y maoístas, o que los Caballeros de la Virgen de Fátima son un éxito de ventas. No hay problema en que tengamos punkeros, hippies y neonazis, lo malo es tenerlos con treinta años de retraso. El movimiento ecológico también llegó aquí con ímpetu y vigor. El viaje desde su cuna europea hasta acá le tomó unas cuántas décadas. El movimiento indígena nuestro trata de copiar lo que los negros norteamericanos hicieron hace medio siglo.

Lo mismo se aplica al plano cultural. En nuestras universidades se enseña la posmodernidad de Derrida, Barthes o Foucalt como si fueran el último pan recién salido del horno, mientras que en latitudes un poco menos charlatanas se los ha descartado como a un rey desnudo. Nuestras “innovaciones” teatrales, literarias, fotográficas o cinematográficas, suelen parecerse, patéticamente, a las que se daban en los sesentas en otros lugares. Muchos de nuestros poetas y directores de cine siguen aspirando a “realistas sociales” o “intelectuales comprometidos”.

En materia de entretenimiento ya rompemos marcas mundiales. Tenemos una pasión por el lumpen internacional. El reggetón, con sus letras dignas de estudiantes de lenguaje de primer grado, sus ritmos de sintetizador tocado con los pies y sus bailes de burdel caído en desgracia, es un éxito aquí. La tecnocumbia, uno de los productos más abominables de la cultura peruana, llena estadios sin cesar. Lo mismo sucede con las animadoras de televisión extranjeras que en sus países no llegarían a nada, pero aquí son celebridades. Cualquier experto en autoayuda, predicador religioso o charlatán extranjero tiene público seguro aquí. Nuestra audiencia parece servir como un perfecto desaguadero de la producción mundial de tercera.

En fin, las reacciones de júbilo que suscitaron en el país las declaraciones de Chávez sobre su “Venezuela socialista” no deberían sorprendernos. No sólo que aún quedan personas que no entienden que el socialismo es un fracaso, sino que están dispuestas a consumir su versión lumpen-venezolana. Uno no puede culpar a nadie. No se trata más que de un caso de retraso mental generalizado. Un retraso de cincuenta años.

2 Comments:

At 10:27 a. m., Anonymous Anónimo said...

Hombre, qué amargado!!!!

Si no innovamos ni en cine, ni en teatro, ni en fotografía será porque en nuestras escuelas y colegios seguimos aún "innovándonos" con las metodologías conductistas americanas; porque a nuestras élites les interesa que sigamos eligiendo a los gobernantes que ellos quieren y financian, y porque una cierta "élite intelectual" sigue muriendo de amor por esa cultura culta de allende el atlántico. No creo en Chávez, ni en sus malas copias, pero de ahí a sentarse en el banco de la plañidera, debe haber un gran trecho.

 
At 10:31 a. m., Anonymous Anónimo said...

Hombre, qué amargado!!!!

Si no innovamos ni en cine, ni en teatro, ni en fotografía será porque en nuestras escuelas y colegios seguimos aún "innovándonos" con las metodologías conductistas americanas; porque a nuestras élites les interesa que sigamos eligiendo a los gobernantes que ellos quieren y financian, y porque una cierta "élite intelectual" sigue muriendo de amor por esa cultura culta de allende el atlántico. No creo en Chávez, ni en sus malas copias, pero de ahí a sentarse en el banco de la plañidera, debe haber un gran trecho.

 

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