Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador

¿Harto de no entender al Ecuador? ¿Cansado de la irracionalidad, el caos, el folclor y los abusos? Ya no te tires de los cabellos. Nuestro lugar natal no es una república, no es una nación, no es un país. Es sólo un verde latifundio. ¿Ciudadano tú? No seas ingenuo. A lo máximo a lo que puedes aspirar es a ser un cumplidor capataz. Contigo, Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador, producto de un grupo de esclavos semianalfabetos que han decidido dar un paso hacia la libertad. ¡Únete!

jueves, mayo 24, 2007

1968
por Simón Espinosa Jalil
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"Ésa es la izquierda heredera de Mayo del 68, la que está en la política, en los medios de comunicación, en la administración, en la economía. La izquierda que le ha tomado gusto al poder, a los privilegios... Que pretende defender los servicios públicos, pero que jamás la veréis en un transporte colectivo. Que ama tanto la escuela pública, que a sus hijos los lleva a colegios privados. Que dice adorar la periferia, pero que se cuida mucho de vivir en ella. Que siempre encuentra excusas para los violentos, a condición de que se queden en esos barrios a los que ella, la izquierda, no va jamás...".
“Esa izquierda que hace grandes discursos sobre el interés general, pero que se encierra en el clientelismo y el corporativismo...Que firma peticiones y manifiestos cuando se expulsa a algún invasor de propiedades, pero que no aceptaría que se instalaran en su casa. Que dedica su tiempo a hacer moral para los demás, sin ser capaz de aplicársela a sí misma”.
Este es un pequeño fragmento del discurso pronunciado por el nuevo presidente francés, Nicolas Sarkozy el 29 de abril, en el que pedía “enterrar” el espíritu políticamente correcto de Mayo del 68, personificado por su contendora, la “chic” socialista Ségolène Royal. Ese espíritu, el de lemas ridículos como “la imaginación al poder”, el que considera que el trabajo es “alienante” y la responsabilidad esclavizante, el que convirtió al sociópata Che Guevara en ídolo de juventudes, es, como reveló Sarkozy en el resto de su discurso, no solo inmoral sino profundamente elitista.
El discurso dio tan en el clavo que la intelectualidad mundial lo condenó unánimemente, e incluso algunos seguidores de Sarkozy temieron que le haría perder las elecciones. Pero, dos días después, Sarkozy triunfó con siete puntos de diferencia, con lo que se confirmó el entierro de la generación del 68 en su propia cuna.
Este tema es relevante para el Ecuador porque esas características de la izquierda se pueden aplicar fácilmente a muchos de los primos de pelucones que hoy nos gobiernan con tanta soberbia a nombre del pueblo. También es relevante porque, una semana después del triunfo de Sarkozy, Rafael Correa, ante los embajadores europeos que lo criticaron por autoritario, equiparó su “revolución ciudadana” con la de Mayo del 68.
Tal vez a los europeos debe haberles parecido muy pintoresco encontrarse cara a cara con la imaginación en el poder en un país tropical (como cuando esos dictadores africanos de los años 70 se hacían coronar con toda la anacrónica pompa de los reyes europeos); pero a muchos ecuatorianos nos rompió el corazón comprobar dónde están las verdaderas simpatías de nuestro Presidente: invoca con tanta pasión a Mayo del 68 pero ni siquiera se acuerda de la verdadera revolución ciudadana de ese año: la primavera de Praga, aplastada sin piedad por los tanques del socialismo del siglo XX a nombre de la verdadera democracia popular.