Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador

¿Harto de no entender al Ecuador? ¿Cansado de la irracionalidad, el caos, el folclor y los abusos? Ya no te tires de los cabellos. Nuestro lugar natal no es una república, no es una nación, no es un país. Es sólo un verde latifundio. ¿Ciudadano tú? No seas ingenuo. A lo máximo a lo que puedes aspirar es a ser un cumplidor capataz. Contigo, Crónicas desde la Hacienda Gran Ecuador, producto de un grupo de esclavos semianalfabetos que han decidido dar un paso hacia la libertad. ¡Únete!

viernes, junio 16, 2006

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"Entre los años 1945 y 1948 gobernó el Perú un destacado jurista, el Doctor José Luis Bustamante y Rivero. Escribía él mismo sus discursos en un castellano castizo y elegante, era de una honradez escrupulosa y tenía la manía del respeto a la Constitución y a las leyes, a las que citaba, vez que abría la boca, para explicar lo que hacía o se debía hacer. La oposición lo bautizó: el cojurídico. Es decir, un idiota que cree que las leyes tienen importancia, que se han hecho para ser cumplidas".

Mario Vargas Llosa, América Latina y la opción liberal.

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Estimado cojudo:

Quería felicitarte por las recomendaciones y reflexiones de tu última columna. Siguiendo el ejemplo del cojudo anterior, quisiera que me aconsejaras con respecto a la siguiente situación. Estudié comunicación social y me he ganado desde entonces la vida como reportero corriente en diferentes medios de comunicación. Hace unos días, supuestamente motivados por mi forma de escribir, me contactaron personas de una oficina de relaciones públicas porque querían que les ayudara a escribir un libro. Me llevé una gran sorpresa cuando me explicaron de qué se trataba la obra. Para resumirlo, consiste en la defensa de uno de los empresarios corruptos de la Hacienda Gran Ecuador que ahora se encuentra prófugo del país. Me han pedido que analice diferentes documentos y entrevistas y que, basado en ello, escriba un libro en el que el presunto corrupto da su versión de los hechos. El libro se enmarca en el conocido “¿Quién se robó al Ecuador?” escrito por un mercenario literario colombiano por encargo de los hermanos Isaías, libro en el que se culpaba de la debacle de 1999 a Fidel Egas.
Ahora, por más que yo esté absolutamente en contra de la corrupción, debo reconocer que me ofrecen una cantidad de dinero más que respetable, equivalente más o menos a dos años de sueldo. Sin embargo, no sé si el hecho de prestar mi pluma para ello me convierte a mí también en un corrupto. ¿Qué crees? Al mismo tiempo, tengo miedo, a pesar de que mi nombre no aparecerá en el libro, de que participar en algo así manche para siempre mi nombre y mi reputación. Acudo a ti para que, basado en tus consideraciones éticas, me des tu opinión. Te agradezco de antemano. Un cojudo, a su pesar.


Querido cojudo:

Hay dos formas de considerar este dilema: la una tiene que ver con las consecuencias del acto que estás considerando realizar; la otra, con la naturaleza del acto en sí mismo.
Desde el primer punto de vista, estarás de acuerdo conmigo en que se debe buscar el mayor bien posible para la mayor cantidad de gente o, al contrario, minimizar el mal. En este caso, seamos sinceros: que participes o no como escritor a favor de este supuesto delincuente no le hace daño a nadie y, al contrario, te hace un bien inmediato a ti, al darte un poco de plata para vivir en este mundo de mierda. Es más, si no lo haces tú, lo hará otra persona, así que ¿por qué no aprovechar la oportunidad y recuperar para ti algo del dinero que esta persona ha robado?
¿Estás de acuerdo conmigo?
Entiendo que no lo estés. A pesar de que la lógica utilitaria es insuperable en ciertos casos, lastimosamente no puede satisfacer totalmente al ser humano espiritual, irracional y ético que es todo cojudo que se respete.
Siempre es necesario considerar el acto en sí mismo y, lastimosamente, colaborar con un delincuente, aunque no le hagamos daño a nadie, nos hace cómplices de su crimen. Ahora bien, tampoco vamos a ser sacerdotes benedictinos y decirte que vas a quemarte en el mismo círculo del infierno que tu amigo el banquero. A lo sumo, te brosterizarás cerca del purgatorio. En todo caso, la naturaleza de tu acto sería inmoral y, si hacemos caso a este argumento, no deberías hacerlo.
Pero ya dejémonos de alturas, bajemos a la gran hacienda donde vivimos, y adaptémonos un poco a la realidad porque, si siguiéramos el argumento de la naturaleza de cada acto que hacemos, la única forma de vivir en castidad sería pegarse un tiro (o sea, no vivir).
Y peor aún si eres periodista, porque si te haces el demasiado moral, no podrías trabajar en ningún lado. ¿Es inmoral trabajar en TC Televisión, propiedad de otros acusados de peculado y que además daña moralmente con su programación al país entero? ¿Es inmoral trabajar en Teleamazonas o Soho, a pesar de que su dueño viola la ley al ser al mismo tiempo banquero y propietario de medios de comunicación? ¿En qué se diferencian esos casos al tuyo?
Así que la respuesta, por desgracia, está en ti y en lo que pueda soportar tu estómago, porque, en este caso, no vas a dañar a nadie sino a ti mismo.
¿Te estás muriendo de hambre? ¿No puedes realmente vivir sin ese dinero? O solo lo usarás en farras y para impresionar a las mujeres. Si es lo primero, adelante: cuídate de que tu nombre no aparezca y haz tu trabajo fríamente, como si fueras un recogedor de basura. Si es lo segundo, no lo hagas y retírate con la cabeza erguida.

Tu amigo,

El cojudo